octubre 24, 2012

Reencuentro

Allá por mis años mozos, cuando hacía mis primeros intentos de ser un músico de oficio con mi primer grupo (el trío Escarbanda), me conocí con el cajón peruano. Uno de mis compañeros, Julio Fioretti, tenía uno. Yo tocaba la guitarra sentado sobre el cajón, y en el medio de un malambo largaba la viola para aporrearlo, participando en un interludio de percusión que hacíamos entre todos.
Este proyecto duró algo así como tres años. Una vez que se disolvió, no volví a tener contacto con el cajón -excepto el hecho de verlo tocado por otros-, hasta este año. Mi hijo Lisandro, que conoció en la escuela los rudimentos de su construcción, se largó a hacerse uno, y resulta que le salió sonoro, con buen contraste entre graves y agudos. Entusiasmado le pregunté si no se animaba a construir uno para mí, y la cuestión es que ya tengo mi cajón, hecho aquí mismo, por Lisandro.
La presencia de estos instrumentos en la casa está resultando realmente estimulante. Casi nadie por aquí se resiste a sentárseles encima y darles unos toquecitos. Me entusiasmó especialmente la sonoridad que puede lograrse para tocar bossa nova usando escobillas, y esto ya derivó en la escritura de una pieza para dos guitarras, requinto y cajón, que espero poder ofrecer al público pronto. Además, la necesidad de trabajar ritmos diferentes en cada mano me llevó a ejercitar nuevamente la disociación que tanto nos hiciera transpirar en las clases de audioperceptiva en los años de estudiantes. Los próximos dos viernes Lisandro y yo asistiremos a un taller de construcción de cajones dictado por el luthier Pablo Gurrieri, para acercarnos aún más a este instrumento de origen humilde que conquistó a los músicos de estéticas tan diversas como el flamenco y el pop.

agosto 11, 2012

Canciones


Cuando era niño mi vínculo con la guitarra era distinto al actual. Sólo podía usarla como instrumento de acompañamiento, arreglándomelas con rasgueos y unos pocos acordes (los arpegios eran un lujo difícil). Esto siguió siendo así en la adolescencia, hasta que decidí estudiar seriamente, momento en el cual empezó otra historia. Siempre me gustó cantar, y alguna vez pensé que mi vida de músico iba a ser la de un cantante. Pero cuando tomé algunas clases y evalué con objetividad mis posibilidades, decidí que no podía hacerlo profesionalmente. Canto a diario, enseñando guitarra o en reuniones, pero no en el escenario.
Así fue que mi berretín de componer música pasó a encauzarse por la música instrumental, y no por la canción.
Pero desde hace un tiempo me viene picando el bicho de escribir letras, cosa que dejé de hacer en aquél momento de renunciamiento. Recientemente, tras descartar unos cuantos muy malos intentos, y de transitar un tiempo por un taller literario, están empezando a salir cosas que no me disgustan tanto. Dos de ellas me parecieron merecedoras de una oportunidad y les puse música. Así nacieron mis primeras canciones, entre 2011 y 2012: una milonga y una vidala.
Para estrenarlas invité a Juan Iñaki, una de las nuevas y buenas voces de la música argentina. El pasado 14 de abril compartimos con Juan un concierto aquí, en Rosario, y las ofrecimos al público por primera vez. 
Muchos años después, volví a escribir letras. Lejos de ser un problema el que yo no quiera cantarlas, es un hecho que me acerca a los compañeros, a los colegas cantantes, y me lleva a compartir la música. Lo celebro y está la llama encendida, para intentar ir por más.


Cauce
(letra y música: Marcelo Coronel)
Voz: Juan Iñaki
Guitarra: Marcelo Coronel



junio 10, 2012

Afán de protagonismo

En el año 2010, el dúo Meridiano (María Amalia Maritano y quien escribe) andaba viajando por las provincias, dando algunos conciertos. Lo que voy a relatar sucedió en algún lugar de la provincia de Córdoba.
Habíamos arreglado una presentación con un centro cultural independiente, y como es habitual en estos casos se había enviado toda la información para hacer prensa y difusión. Personalmente me ocupé de mandar foto y textos con antecedentes artísticos del dúo, curriculums de cada uno de sus integrantes, y muestras de audio en las que claramente se escuchaba la música de un dúo de flauta y guitarra.
La tarde que llegamos al lugar, vimos en la puerta un pizarrón con el anuncio del evento escrito en tiza. Al leer la información, nuestra sorpresa fue grande: como puede verse en la foto de abajo, excepto mi apellido, nada coincidía con la realidad, y además estaba omitida por completo la persona de mi compañera. Incluso estaba destacada la palabra "solista".


¿Qué fue lo que ocasionó este anuncio desopilantemente equivocado? ¿Fue un chiste? ¿Fue distracción? ¿Desidia tal vez? Sea cual fuere la causa, lo cierto es que me resultó fatigoso convencer a María Amalia de que no había sido una jugada mía, un típico caso de exceso en el afán de protagonismo.


junio 04, 2012

Peaje

Hace muchos años formé parte de "Escarbanda" un trío de música instrumental, con Marcelo Lastra y Julio Fioretti. No recuerdo exactamente el año de lo que voy a relatar, pero debe haber sido 1987 o 1988. Nos contrataron para tocar en Arrecifes, provincia de Buenos Aires, y como no teníamos vehículo propio alquilamos un flete para llevar los instrumentos. Era una camioneta con un cerramiento de lona. Salimos de Rosario por la autopista que lleva a Buenos Aires, y luego de andar un trecho agarramos una ruta provincial de doble mano. En un momento nos para la policía, que nos pregunta qué llevábamos atrás; respondimos que éramos músicos, y que atrás iban los instrumentos. El agente nos pidió verificar esto, a lo cual por supuesto accedimos. Terminado el trámite, el hombre nos dice:
- Bueno muchachos... ¿No dejan algo para el café con leche?
Le contestamos que no teníamos un peso, que recién íbamos a tener dinero luego de tocar, cuando nos pagaran la actuación. Entonces el hombre, que se ve que nunca se daba por vencido, nos retruca:
- Ahá... ¿Y no tienen para dejar algún casettito?

Trío Escarbanda
De izquierda a derecha: Marcelo Coronel, Marcelo Lastra y Julio Fioretti

La inarmónica (Julio Fioretti), por "Escarbanda"

enero 13, 2012

Desesperanza


Por enésima vez
enciendo la ilusión
con el control remoto.
Me son tan familiares
estas noches
de humedad, mosquitos
y resplandor azulado,
que a veces me pregunto
si realmente es hoy
o si estoy, apenas,
recordando.
Conozco el resultado
pero igual juego,
ya perdedor.
Debo entonces definirme:
un insensato
perseguidor de fantasmas.
Hubo un tiempo,
una prehistoria de la cultura,
en que Tejada Gómez
pisaba el escenario
y ametrallaba conciencias
con su palabra.
En ese tiempo Yupanqui,
con su zurda guitarra quejumbrosa
oficiaba la misa de la vidala,
con comunión de milonga;
y a nadie se le ocurría
pensar que a tales asuntos
les hacían falta palmas.
Ahora, una suerte de cáscara
con pretensiones de alegría,
es ofrecida a las plazas,
que se dislocan entre aturdidas
y víctimas de estafa.


(Marcelo Coronel, 13/1/2012)


Atahualpa Yupanqui, Lloran las ramas del viento