diciembre 05, 2011

Migas de pan

Caminé -aún lo hago-
buscando migas de pan
desperdigadas en la selva.
Cada tanto llevo a la boca
una que encuentro,
y sigo andando.
Llegué a creer posible
una mesa bien servida
entre serpientes, leones y pantanos;
los años demostraron lo contrario.
Entonces miré adentro
y allí estaba el banquete,
esperando.

(Marcelo Coronel / 5.12.2011)


El árbol del Gualicho (estilo)
Compositor e intérprete: Marcelo Coronel


julio 05, 2011

San Juan de la Frontera

La guitarra es un instrumento que se lleva bien con ambientes pequeños, o medianos a pequeños, en los que no haga falta amplificación. En tales salas su timbre natural puede escucharse fácilmente, sin interferencias. Las salas muy grandes, o aquéllas que no están construidas con buenos criterios acústicos, suelen atentar contra guitarristas y público: los primeros, porque la falta de buena sonoridad lleva a tocar "apretando" cuerdas y dientes, para lograr un par de decibeles más de volumen, en desmedro de la calidad de sonido, y de la relajación. Y el público debe hacer fuerza para escuchar un instrumento cuyo sonido le llega empobrecido,  reducido a los extremos.
Cuando entré al auditorio Juan Victoria, el miércoles pasado (29 de junio), me pregunté que íbamos a hacer mi guitarra y yo, solitos los dos, sobre el escenario gigantesco de una sala para 1000 personas, y me predispuse a vivir una experiencia cuesta arriba. Pero ya en la prueba de sala noté que el lugar sonaba fantásticamente, y que no había que hacer ningún esfuerzo adicional, que se escuchaba perfectamente, y que el sonido corría fluido y reverberante.
Y así fue: pude tocar cómodo como pocas veces en mi vida. Celebro que en la ciudad de San Juan  exista ese espacio excelente y cálido, y espero volver no dentro de mucho a pisar ese escenario. Por si fuera poco, tuve el privilegio de compartir un par de interpretaciones con el Ensamble San Juan de la Frontera, dirigido por el maestro Alejandro Dávila, que me honra con su amistad, y entreverarme con ese puñado de guitarras sanjuaninas, que es como hermanarse un poco.

El siguiente video es un registro del Ensamble de Guitarras San Juan de la Frontera en el Auditorio Juan Victoria, interpretando mi Milonga mafiosa, como parte de la preparación para la gira europea que realizaron en 2010.




San Juan de la Frontera

Así te nombraron
en el principio.
Pude ir a vos, ver tus acequias,
las precordilleranas murallas que te secan
y el follaje monocromo
de tus plátanos en invierno.
Yo, que húmedo provengo del enorme cauce,
respiré tu polvo
y tus guitarras.

(Marcelo Coronel  /  30.6.2011)

junio 13, 2011

No puede

Cuando Daniel Mariatti y yo éramos estudiantes de guitarra en la escuela de Música de la Universidad Nacional de Rosario, yo quería tocar como él. No había ninguno que tuviera su sentido del ritmo, su tempo, y su buen gusto para las chacareras. Tenía una guitarra con tapa de cedro rojo oscuro, que hacía sonar con cuerpo y volumen envidiables. Pero sobre todo era buen tipo.
Ambos éramos alumnos del maestro Víctor Rodríguez, y solíamos cruzarnos en el aula, uno entrando y el otro saliendo.
Tuvimos la suerte de compartir un viaje a la meca de los folkloristas argentinos, el festival Pre-Cosquín, él como solista y yo como integrante de un trío.
Un buen día se esfumó y nadie volvió a verlo. Ni siquiera el maestro tenía alguna idea de las razones de su desaparición.
Y así el "Cabezón" Mariatti se fue diluyendo en la neblina del tiempo.
Muchos años después  lo encontré en Buenos Aires. Mejor dicho, él me encontró a mi:
-¿Vos sos Marcelo Coronel?"
Lo miré un par de segundos y pegué el grito:
-¡¡Cabezón!!
Supe entonces que asuntos personales de importancia lo habían afectado en aquéllos años, y que se la había agarrado con la guitarra. Pero el que tiene su espíritu sincronizado con la belleza y la hondura, no se puede zafar así nomás, y olvidarse. Estaba tocando de nuevo, queriendo volver.
Y así, yo que quería tocar como él, al menos puedo ahora tocar con él: ya nos hemos entreverado en unas cuantas, y todo indica que habrá más.


No puede
a Daniel Mariatti

¿Puede el hombre que tiene el fuego adentro
evitar, de alguna forma, que lo queme?
¿Puede aquél que ha besado a la vidala
prescindir de tan dolorosa sensación de alegría?
Podrá pensar que si por un momento,
pero no.
Volverá el cosquilleo a los dedos,
al pecho, y entonces
el abrazo inevitable,
volverá a sonar como antes,
o mejor.

Marcelo Coronel
Rosario, 14/5/2011
13:54 hs.