agosto 10, 2013

El alma en la raíz

Hace mucho tiempo de esto ya. No sé bien porqué lo recuerdo ahora, pero lo quiero contar, después de casi diez años, porque nunca, ni antes ni después, me pasó algo parecido arriba de un escenario.
Marcelo y Walter, 1999, Rosario.
Estábamos a fines de 2003. Me habían invitado a tocar en un ciclo que se hacía los domingos en un lugar llamado El Solar de las Guitarras, en Santa Fe. Por ese tiempo mi querido amigo Walter Heinze, notable músico y maestro de Paraná, estaba luchando contra una enfermedad brava, que lo tenía contra las cuerdas. Aproveché la ocasión para ir a visitarlo. Me largué para Paraná el día anterior, pasé la noche en la casa de otro amigo paranaense y el domingo del concierto caí por su casa, de mañana. Estaba con su esposa, Elvira. Ambos me recibieron con la alegría que hacía de cada visita a ese lugar una fiesta. Mateamos en su estudio, charlamos, y me preguntó si no quería tocar para él lo que iba a hacer a la noche en Santa Fe, a lo cual por supuesto accedí. En el programa estaba "El alma en la raíz", un estilo que compuse dedicado a él, que fue quien me enseñó a amar esa especie lírica de nuestro folklore. Luego almorzamos los tres, y después volví a cruzar el río, para cumplir con el compromiso guitarrero.
Como suele suceder, el público estaba formado en un alto porcentaje por gente de la guitarra. Y la figura de Walter, en un auditorio así, era conocida y -fundamentalmente- muy querida. Todo el mundo allí estaba al tanto de lo que pasaba con su salud. Cuando llegó el momento de tocar el estilo, preludié con unas palabras para explicar que la obra estaba dedicada a él. Luego empecé, y a medida que la tocaba iba creciendo en mí una emoción muy fuerte, más allá de lo habitual, como si algo indescifrable y muy intenso estuviera invadiendo la sala. Conectado con la guitarra y la música, la vista puesta en las manos, fueron pasando los compases hasta llegar al acorde final. En ese momento miré al público, y vi rostros angustiados y gente llorando. Inmediatamente se me cerró la garganta con un nudo que me impidió articular sonido alguno, y se me vino el impulso de entrar a lagrimear yo también. Bajé la vista, cerré los ojos, y así me quedé un rato, hasta que se me fue pasando y de a poco regresé a la normalidad para tocar lo que restaba del concierto.
Walter se fue de este mundo un tiempo después. Y si bien aquél encuentro en su casa fue el último, me gusta pensar que hubo uno más, que esa noche, en el Solar de las Guitarras, estaba sentado entre la gente, escuchando el estilo.

Marcelo interpreta "El alma en la raíz",
estilo dedicado a Walter Heinze

1 comentario:

  1. ¡Hermoso Marcelo! Un poema en al guitarra, con el Alma en la Raíz, es un orgullo escucharte hermano.

    ResponderEliminar