junio 13, 2011

No puede

Cuando Daniel Mariatti y yo éramos estudiantes de guitarra en la escuela de Música de la Universidad Nacional de Rosario, yo quería tocar como él. No había ninguno que tuviera su sentido del ritmo, su tempo, y su buen gusto para las chacareras. Tenía una guitarra con tapa de cedro rojo oscuro, que hacía sonar con cuerpo y volumen envidiables. Pero sobre todo era buen tipo.
Ambos éramos alumnos del maestro Víctor Rodríguez, y solíamos cruzarnos en el aula, uno entrando y el otro saliendo.
Tuvimos la suerte de compartir un viaje a la meca de los folkloristas argentinos, el festival Pre-Cosquín, él como solista y yo como integrante de un trío.
Un buen día se esfumó y nadie volvió a verlo. Ni siquiera el maestro tenía alguna idea de las razones de su desaparición.
Y así el "Cabezón" Mariatti se fue diluyendo en la neblina del tiempo.
Muchos años después  lo encontré en Buenos Aires. Mejor dicho, él me encontró a mi:
-¿Vos sos Marcelo Coronel?"
Lo miré un par de segundos y pegué el grito:
-¡¡Cabezón!!
Supe entonces que asuntos personales de importancia lo habían afectado en aquéllos años, y que se la había agarrado con la guitarra. Pero el que tiene su espíritu sincronizado con la belleza y la hondura, no se puede zafar así nomás, y olvidarse. Estaba tocando de nuevo, queriendo volver.
Y así, yo que quería tocar como él, al menos puedo ahora tocar con él: ya nos hemos entreverado en unas cuantas, y todo indica que habrá más.


No puede
a Daniel Mariatti

¿Puede el hombre que tiene el fuego adentro
evitar, de alguna forma, que lo queme?
¿Puede aquél que ha besado a la vidala
prescindir de tan dolorosa sensación de alegría?
Podrá pensar que si por un momento,
pero no.
Volverá el cosquilleo a los dedos,
al pecho, y entonces
el abrazo inevitable,
volverá a sonar como antes,
o mejor.

Marcelo Coronel
Rosario, 14/5/2011
13:54 hs.


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